jueves, 21 de abril de 2011

A mí, sigan diciéndome piropos


¿Qué es esta locura contra los piropos? ¿Nos volvimos todas locas?
¿Leyes prohibiendo los piropos? ¿Por qué mezclamos piropos con acoso?
¿Desde cuándo es machista un halago?

Por más groserías que se escuchen, que alguna se anime a decirme que pasar por una obra en construcción no levanta el ego a niveles impredecibles...
Y no me vengan con que se sienten acosadas, porque jamás en la historia de la humanidad uno de esos albañiles -poco gentiles y excesivamente explícitos- dejó la cuchara y el cemento, o se bajó del andamio para acosar a la dama en cuestión.

Y que alguna se anime a decir que no es un placer escuchar un "¡Qué hermosa!", "¡Muñeca!", "¡Qué ojos, preciosa"" y etcéteras varios.

Ni hablar de los piropos un poco más elaborados, onda "Señora, le cambio a la nena por mi papá", o incluso los cursis "El cielo debe estar de luto que los ángeles se vistieron de negro".

Es cierto, me ha pasado toparme con algún plomo que tira un "Sos un poema de Neruda hecho mujer", y atrás un "Debés ser capricorniana por lo poco comunicativa". Pero... de ahí a la violencia hay un trecho larguísimo!

El acoso es el acoso, eso está fuera de toda discusión. La violencia de género es la violencia de género. Un tipo que se toca mientras te dice algo, obviamente te amedrenta... pero, ¡Hola!: ¡Esos no son piropos!

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Además, tengamos en cuenta que somos latinos. Si acá se aplicaran las mismas leyes que en EEUU, por ejemplo respecto del acoso laboral, la mayoría de nuestros jefes y compañeros estarían en cana. Y la verdad, todo sería mucho más aburrido.

Y un escote con push-up obviamente va a justificar que te miren las tetas. Bajo ningún concepto va a justificar una violación. Pero seamos coherentes, entre una cosa y la otra, la diferencia es abismal. Y nosotras lo sabemos. Y nosotras lo usamos. Entonces ojo, tengamos cuidado.

La violencia de género es una de las deudas pendientes de nuestra sociedad. La desigualdad social y laboral entre hombres y mujeres -en distintas escalas según la sociedad- sigue siendo motivo de lucha. Pero los piropos...

En fin, a mí, sigan diciéndome piropos. Me alegran el día.

De regalo, les dejo este monólogo, para los que no lo vieron todavía

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