sábado, 20 de febrero de 2010

Me quedé encerrada en un telo (Historias de telos pobres)

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Si son o fueron jóvenes, y pobres y sin casa propia, van a entender de qué les hablo.
Porque si uno tiene dinero, los telos son divinos, están preciosamente decorados, los empleados te tratan igual que los del Sheraton y cuando te cansás, podés usar el jacuzzi, jugar con las luces o escuchar buena música. Quince minutos antes de que se acabe el turno, te llaman con suma delicadeza o suena una alarmita. Uno se va y todos felices.

Pero si no tenés un mango, los telos pueden llegar a ser muy tristes y te pueden pasar cosas muy bizarras.

Mi mejor amiga solía ir a uno en Caballito cuya decoración estaba basada en... enanos de jardín!!!

Por cercanía del trabajo o de casa del novio (por mi casa no hay telos) y falta de dinero, he conocido varios telos de Flores y de Constitución.
(Ya sé, ya sé, pero trabajo en Constitución desde hace muchos años.En algún momento descubrimos que los de San Telmo eran más "apropiados").

Y de entrada en los telos berretas una se siente mal. El señor que te recibe, te mira con cara de "Já, venís a coger", te dice los precios con cara de "Y por esto no esperes un mansión" y se queda mirándote como te vas por el pasillo o subís el ascensor. Te cruzás con la señora que limpia, que te mira con cara de "Uf, estos dos tienen cara de dejar todo hecho un desastre"

Me ha pasado de tener que esperar en la puerta que terminen de limpiar la habitación. O tener que pedir cambio, porque el baño estaba definitivamente sucio... y que te miren con mala cara una vez más.

Pero una de las mejores que me pasó fue habernos quedado encerrados en un telo vacío!!!!!

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De por sí era un telo complicado. Si pedías algo a la habitación (algo era un Quilmes de litro con dos vasos cachados), te tenías que vestir, porque la única manera de recibirlo era abriendo la puerta, cuya vista daba directamente a la cama (tampoco había nada más en la habitación). Supongamos que era un turno de dos horas. Dos horas y cuarto... dos horas y media..."Che, vamos, a ver si nos quieren cobrar otro turno". Nos vestimos y salimos. De la habitación.
Recepción vacía. La verdad, no nos importó, no pensábamos despedirnos del muchacho, y obviamente habíamos pagado al entrar. Puerta: cerrada. Opa... "Bueno, busquemos al muchacho". Golpeamos y nada. "Hay alguien ahí"... cri cri
Empezamos a recorrer el telo... vacío. No había NADIE. Se imaginan un telo triste, de Constitución, a la medianoche de un día de semana y TOTALMENTE vacío???

Piensen que esto ocurrió hace algunos años. Ninguno de los dos tenía celular... Me desplomé en el espantoso sillón de la recepción y ya me imaginaba saliendo al otro día a la mañana, con mis viejos y mi suegra llamando a la policía y a los hospitales, y nosotros explicando "No, tranquilos, es que nos quedamos encerrados en un telo mugriento".

No recuerdo cuánto tiempo pasó. Para mí una eternidad... pero creo que en realidad habrá sido media hora, hasta que volvió el muchacho de la recepción.
"Uy, perdón, como eran los únicos que estaban, aproveché para ir a comprar comida", dijo con su paquete de la rotisería en la mano... (Y yo que nací para princesa....)

En otro post les cuento la historia de otro telo, al que no pudimos volver nunca más...Y alguna que otra anécdota más de algunos amigos.

¿Alguna vez les pasó algo bizarro en un telo?

Prefiero un grito a un sms

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Tengo FB, Twitter, tres cuentas de mail, gtalk y chat web. Uso todo eso junto o por separado diariamente, más los mensajes de texto del celular.
Precisamente por eso, me siento con autoridad técnico-moral para afirmar que las relaciones interpersonales son irreemplazables y preferibles.

Ya aprendí con los años que uno no puede mantener discusiones por mail, por ejemplo. La falta de entonación, de gestos, de volumen, hacen que lo escrito se pueda decodificar para el lado de los tomates.
Aprendí a no contestar algunos mails en caliente y responderlos personalmente.
También me enseñó el Coco que más de tres sms es llamado. No da estar tecleando como loco para que el otro entienda la mitad y en 15´ en lugar de entender bien en 2´.

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Me molesta especialmente cuando alguien que tengo a dos metros me hace una pregunta por chat -siempre y cuando no sea un chisme de otros compañero de escritorio, obvio-. Me lo podés decir en voz alta o levantarte de la silla y decírmelo al lado. O llamarme, yo voy.
Pregunté en twitter a cuántas personas de su TL conocerían. Salvo un par de excepiones, me contestaron que entre 3 a 20 como máximo. Yo opino lo mismo. Y es raro, por las cosas que mucha gente comparte en twitter.
Creo que el 2.0 da oportunidades fantásticas de estar en contacto, de comunicarse de alguna manera, de conocer gente, de compartir intereses. Pero sigo defendiendo las relaciones interpersonales. Pelearse es mejor cara a cara, ni que hablar de coincidir.
Los medios sociales me han dado y me dan muchísimo. Hablar (leer) con gente interesante, solucionar cosas laborales y/o personales en instantes, seguir paso a paso eventos que me interesan o simplemente reirme un rato -que no es poco-.
Pero de ninguna manera quiero perder el contacto visual, el titubeo, el grito si es necesario, la sonrisa, el carraspeo, las inflexiones de voz, las posturas corporales.
No quiero perder al amigo del alma, al compañero de laburo que te conoce más que el amigo del alma, y ninguno de los dos tiene Twitter ni Facebook.
Me gustan los secretos bien guardados, esos que uno se los cuenta solo a una persona, o dos, medio en voz baja y avergonzado. Un buen partido de truco con cartas de verdad. Casi que soy capaz de decir que extraño una buena carta escrita a mano...
No estoy renegando de las tecnologías, estoy diciendo que tienen que ser una llave para abrir puertas, no para cerrarlas.
Estoy diciendo que los canales tienen que sumarse, no reemplazarse.
Estoy diciendo que está bueno el mail, pero muchas veces hay que acompañarlo con un llamado telefónico.

Estoy diciendo que con mi amiga que vive en Miami, gracias a las redes sociales y a la tecnología, estoy más en contacto que con la que vive exactamente a una cuadra y media. Pero por suerte, mañana nos juntamos a tomar mate...