sábado, 30 de octubre de 2010

Algunos apuntes sobre Halloween

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Como toda fiesta popular y pagana, es interesantísimo entender el origen de la fiesta de Halloween o Noche de brujas.
El nacimiento de esta celebración está muy atrás en el tiempo.
Para los celtas, el fin de año llegaba con el fin del verano, que coincide con el fin de octubre de nuestro calendario. En esa fecha festejaban el Samhain -fin de la cosecha-.
En sus creencias, suponían que con la llegada del fin de año, los espíritus de los muertos vendrían a ocupar los cuerpos de los vivos y a tomar sus pertenencias.
Seguir leyendo Por eso trataban de que su mundo se pareciera la mundo de los muertos: se vestían y se maquillaban como suponían se veían los difuntos. Decoraban con huesos, telas oscuras y cenizas sus casas, para que los espíritus se confundieran y siguieran de largo.
Se dice que incluso realizaban sacrificios animales y hasta humanos para contentar a los muertos.
Otras de las creencias -de donde viene "Golosina o truco", es que los espíritus pedían comida y si no se les daba, hacían conjuros y maldiciones. Los celtas entonces dejaban comida y velas encendidas fuera de sus casas. Las velas era para iluminarle el camino a los muertos.
Los romanos, cuando tomaron tierras celtas, adaptaron la celebración con las propias fiestas romanas de las cosechas. Ahí es donde aparecen las frutas y verduras.
La tradición se expandió por toda la Europa medieval.
El cristianismo, entre los años 700 y 800, trató de adaptarse a las fiestas paganas e instauró el Día de Todos los Muertos el 31 de octubre y el Día de todos los Santos el 1 de noviembre.

Con la llegada de los irlandeses a América del Norte en el siglo XVII, la tradición llega al nuevo continente, donde se mezcla con otras costumbres indias.
Recién en los años '70 y '80 del siglo XX la fiesta se "comercializó", pero en sus orígenes tiene mucho que ver con otras festividades populares de los muertos y el día en que el encuentro entre los dos mundos es posible.
En latinoamérica se suele desconocer el origen europeo de la fiesta de Halloween y se la asocia con el pueblo norteamericano. En algunos países, entra en conflicto con las propias festividades de los difuntos, por ejemplo en México donde la celebración de los muertos es muy popular, se realiza el 2 de noviembre, y es completamente diferente.

imagenes para sonico


Eso sí: las brujas montadas en escobas voladoras sí son originarias de Salem...

El dolor de una mujer

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Más allá de las posiciones políticas, murió un ex presidente, elegido inobjetablemente por el voto democrático, un indudable líder político, con quien podemos estar de acuerdo o no, pero que sin dudas forma parte de nuestra historia.

Y hay una mujer, que es madre, esposa y además, nuestra presidenta (sí, nos guste o no, la hayamos votado o no), que perdió a su pareja de la vida y de la política.

No es momento de jugar a ver quién lo quiso más o menos. Tenemos que entender que se puede estar en desacuerdo con alguien y lamentar igual su muerte, porque era un ser humano, porque era una persona importante para este país, porque era el líder de muchas personas.
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No son días para bajezas. Son días de tristeza. Para una familia, para muchos argentinos y nada más y nada menos para la persona que nos preside. 
Y los que me conocen saben que la mayoría de las veces, como mujer, me enojo con ella. No me gusta su manera de defender al género, no estoy de acuerdo. Pero hay momentos en que eso no importa.
Vi a una madre que tuvo que llamar a su hija, a miles de kilómetros de distancia, para anunciarle que había muerto el papá, antes que se enterara por los medios. 
Vi a una mujer que no tuvo más remedio que hacer público su duelo, que quiso estar estoica y aguerrida y que fue quebrando con el correr de las horas.


Una presidenta que arrancó paradita, firme junto al féretro del ex presidente, recibiendo las condolencias oficiales. Y que con el paso de las demostraciones de cariño fue aflojando.


Y no dejaba de posar sus manos sobre el lustroso cajón, y acariciarlo. Y de apoco se fue trastocando en la esposa, que acariciaba, que acomodaba, que tomaba de las manos a sus hijos.
La mujer que no tenía muchas ganas de saludar a Moyano, y la obligaron. La mujer que se emocionaba y que seguía adelante con el nudo en la garganta y la mueca de dolor.
Y la vi quebrarse por primera vez ante un grito de "¡Viva Kirchner!", y encontrar consuelo en el abrazo de su hija.

Y la vi quebrarse por segunda vez en el abrazo con Chávez, y otra vez con el himno, y con los mozos...

Y con cada demostración de respeto hacia su esposo y de cariño hacia ella. Que de a poco fue rompiendo el protocolo, acercándose a saludar, a agradecer, a dar las manos....

Y la vi erguida, caminando atrás del cajón, sosteniendo su propio paraguas negro y sostenida en la otra mano por las dos manos de su hija.

Y no puedo en este momento pensar en rencores, ni en diferencias, ni en otra cosa que el respeto al ser humano, al líder que se fue, a la mujer que queda.


sábado, 16 de octubre de 2010

Madre... y sí (Primera parte)

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Aclarando de entrada que ser madre es lo más maravilloso que me pudo haber pasado en este mundo, que el parto natural es una experiencia única e inenarrable y teniendo en cuenta que las publicidades se encargan de mostrar el regocijo que nos provoca cada sonrisa, cada palabra y cada logro -por pequeño que sea- de nuestros amados parvulitos, paso a referirme a "la otra cara" de ser mamá.



- La gestación
Esa maravillosa etapa que dura 9 meses.. 9 meses!!!! Era necesario? No lo podíamos arreglar en menos? No digo como la marsupial bandicut de nariz corta, cuyo embarazo dura 12 breves días. Pero... que se yo, ¿5 semanitas, como cisnes y conejas? ¿Dos meses, como las gatas? ¿50 días, como las zorras? Está bien, las elefantas cargan con el peso de la dicha entre 17 y 25 meses según la especie, así que no me quejo más...
Decía, esa maravillosa etapa que empieza con vómitos, sigue con dolores lumbares, luego el cuerpo empieza a leudar cual pan de campo, las piernas se hinchan, los zapatos aprietan y los desagradecidos te patean el hígado, el bazo y todo lo que encuentran por ahí. La suegra de pronto nos ama, toda la familia nos cuida (en realidad cuidan el envase) y el padre está hecho un inservible por los nervios. En los últimos meses, te levantás cada media hora para ir al baño y lo poco que dormís lo hacés sentada (excelente preparación para el resto de la vida sin sueño de corrido) y una sigue trabajando hasta último momento, para guardarse más días para cuando la criaturita nos necesite... más que ahora.
Seguir leyendo Y empezamos a desear que nazca, en parte porque no aguantamos más las ganar de ver esa carita, esas manitos y esos piecitos... y en parte porque queremos que el ya desarrollado ser humano siga su vida en un lugar distinto que nuestro vientre!

- El parto
Otro momento maravilloso, que normalmente nuestros desubicados retoños inician cerca de la medianoche, como para no dejarnos dormir desde el primer día. También es el momento en que una pierde de una vez y para siempre su identidad: todos te empiezan a decir "gorda" o "mami". Ya está, ya no somos más Juana, María o Ana, al improperio de gorda se suma la cualidad de "mamá de".
(En el medio, el sátrapa que nos metió en este entuerto se olvidó los documentos en casa, o el bolso o a nosotras mismas, y tiene que volver).
De ahí pasamos a la escena en que abrimos las piernas delante de unas 5 u 8 personas (depende del Sanatorio, hospital y tipo de parto) y como no nos importa nada, perdemos absolutamente el sentido del pudor (que no recuperamos nunca más).
En el preciso instante en que empezamos a pensar que la vida ya no nos puede pedir más, llega Superman: el anestesista... que nos somete a una postura ridícula y pide que nos quedemos quietitas justo en el momento que nos llega la contracción... No importa, al rato, lo amamos.

(Acá llega el acontencimieto inenarrable, que por lo milagroso y bello no merece ni el menor chiste ni blasfemia de mi parte. Lo mirás, lo tocás y la amnesia inmediata hace que una mujer sea capaz de embarazarse y parir más de una vez).

- La internación
Agotadas, llegamos a la habitación y lo único que queremos es a nuestro hijo en nuestro pecho y a su progenitor al lado. Pero la habitación se empieza a llenar de gente con buenas intenciones, que nos ama profundamente y está felíz... "Vos descansá, nena", "No hables, que te va a hacer mal", "No es mejor si lo acostás de costado" "No, tienen que estar boca arriba", "A Robertito le daban glucosa..." "No hace mucho frío acá"....Ya se van?, dan ganas de preguntar...
La primera noche (ya llevamos una sin dormir) del primer hijo, suele venir la nurse a preguntar: ¿Querés que me lo lleve, así descansás?- No! -respuesta indignada- Dejameló... Las reincidentes aprendemos de nuestros errores y la primera noche del segundo hijo (que también estamos sin dormir), llamamos para que se lleven al tesorito y nos lo reintegren a la mañana sin falta para alimentarlo (si es limpito, mejor).

Si uno tiene suerte y mucha gente que lo quiere, la habitación se empieza a llenar de regalos y hay que organizar el alta en un camión de mudanzas, o al menos una chatita...

- La vuelta a casa
En ese momento glorioso, la familia y los amigos suelen tener la dignidad de dejarnos solos (madres agradecidas, porque nos tuvimos que poner la misma ropa con la que llegamos, porque el jean que pusimos en el bolso se niega a entrar en nuestra humanidad). Y ahí estamos, SOLOS, con ese extraño-conocido que nos mira... y ya no hay nurse, ni enfermeras, ni neonatólogos... y hay que hacerse cargo de la situación. Y nos damos cuenta que la ropita que preparamos con tanto amor es lo menos práctico que había en el mercado, que con los pañales que compramos lo podríamos envolver completo como para una encomienda, que de ninguna manera va a dormir en la cuna como hacía en el Sanatorio, que ya descansó de su trabajo durante el parto y no va a dormir durante más de dos horas seguidas, que el óleo calcáreo es un invento nefasto y pegajoso... y que somos inmesamente felices.

(Continuará)